Época: Reconquista
Inicio: Año 1464
Fin: Año 1492

Siguientes:
La caída del reino nazarí



Comentario

Abu I-Hasan Ali, el Muley Hacén de las crónicas medievales, subió al trono en agosto de 1464, y desde el principio tuvo que hacer frente a sublevaciones. En 1474 Granada sufrió un desastre añadido, la inundación de la ciudad. El rey cometió una serie de errores y además sometió a sus súbditos a graves impuestos, suprimiendo, por otra parte, las dádivas y regalos con los que solía agasajar a sus hombres más entregados. En este mismo año, consiguió que los monarcas Fernando e Isabel le perdonaran el pago del tributo anual exigido desde tiempo atrás; aquéllos estaban ocupados en la guerra con Portugal.
Si nos atenemos a la cronología, en 1479, a la muerte de Juan II, Fernando heredó los derechos en la Corona de Aragón y por el tratado de Alcaçobas, en septiembre de dicho año, Isabel era reconocida como reina de Castilla. Desde ahora los Reyes Católicos tenían a su favor las condiciones necesarias para pensar la guerra de Granada y acabar definitivamente con los nazaríes.

En 1482, los cristianos tomaron Alhama de Granada, lugar estratégico que dominaba los caminos desde la capital a Málaga y Ronda, y a continuación, cercando cada vez más estrechamente la ciudad, decidieron sitiar Loja, al tiempo que tomaron las medidas necesarias para mantener completamente aislados a los nazaríes, esto es, controlaron el Estrecho de manera reforzada, para que no llegara refuerzo alguno desde el Norte de África. En esta ocasión, la victoria fue para los musulmanes.

El mismo día de la victoria de los granadinos en Loja, se supo que los hijos de Abu I-Hasan, Muhammad (Boabdil) y Yusuf, habían huido de la Alhambra impulsados por su madre, refugiándose en Guadix, donde se les reconoció soberanos. En este proceso, los Banu Sarrach, humillados por Muley Hacén, prepararon contra él un complot de apoyo a Boabdil. Las dificultades financieras derivadas de las exigencias militares obligaron al emir a imponer nuevos tributos, que aumentaron su impopularidad tanto entre los nobles descontentos como entre las clases humildes del Albaicín, que se agruparon en torno a Boabdil; Abu Abd Allah Muhammad, fue proclamado sultán de Granada por los Abencerrajes el 15 de julio de 1482. Muley Hacén no pudo hacerse con la Alhambra y Boabdil consiguió la victoria tras una cruenta batalla en la misma capital.

Por su parte, los castellanos continuaron asediando; en 1483 emprendieron el ataque al litoral andalusí situado entre Málaga y Vélez-Málaga, la Axarquía, donde fueron vencidos. Esta victoria animó a Boabdil a atacar en territorio cristiano; Lucena fue su objetivo, y esta vez la derrota fue para los musulmanes, que incluso sufrieron la pérdida momentánea de su monarca, que fue hecho prisionero. Como consecuencia, Boabdil reconoció en 1483 su vasallaje a los Reyes Católicos. Entre las condiciones impuestas, figuraban la entrega de un altísimo tributo económico y sesenta cautivos cristianos al año durante cinco años. A esto se añadieron cláusulas comerciales que restringían los intercambios fronterizos, con el fin de evitar infiltraciones de hombres y materiales al reino nazarí. Boabdil, liberado, se instaló en Guadix, mientras los castellanos empezaban una guerra de asedio, llevada a cabo gracias a sofisticados medios de combate.